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Faltan ocho años para 2019, fecha en la que se desarrolla un fragmento fundamental en la historia de Rick Deckard, el policía Blade Runner, creado por Philip K. Dick para la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de 1968, transcodificado por Ridley Scott en la película insigne de 1982. A pesar de que sería demasiado difícil predecir el aspecto que tendrá la ciudad de Los Ángeles en 2019, y aún más arduo anticipar la existencia de objetos, entornos, funciones y acciones de este futuro tan cercano, se puede inferir cuáles no serán sus aciertos proféticos: automóviles voladores, lluvia ácida, colonias espaciales para radicales traslados domiciliarios o la convivencia con replicantes, idénticos en aspecto y superiores en funcionalidad a seres humanos y animales. Sin embargo, no estamos a ocho años del futuro que representaron estos visionarios en sus respectivas obras; asunto irrelevante, por cierto, pues lo que se plantea aquí no es un asunto de pertinencia profética. Lo que sí resulta en definitiva interesante es intentar evaluar el trabajo colectivo de visualización de un futuro (cualquiera), proyectado hace 30 años, bajo los códigos culturales estéticos de un decenio ecléctico y, en algunos casos, reaccionario ante las utopías.La preocupación por la verdad sería un asunto de especulación y absurda interpretación profética, así que la valoración de lo verosímil es el camino que tal vez permita, además de superar la perspectiva del gusto (dispuesto por nuestra cultura y predispuesto por nuestra naturaleza), elevar una reflexión estética pertinente.
Reina Gutiérrez, A. (2011). El diseño de producción en Blade Runner: visión de un futuro distópico. Nexus, (9). https://doi.org/10.25100/nc.v0i9.905